23 de mayo de 2009

Solo por comprar flores...

SOLO POR COMPRAR FLORES….
Es 10 de mayo, y sin tener nada que regalar a su madre, siente y piensa que no debería regalar algo en un día inventado por el priismo, el machismo y la iglesia católica, quienes, en contubernio, lo idearon para calmar a las huestes feministas que exigían el derecho a votar… “en fin eso es otra historia”, se dice para sí. El siente que es mejor despejarse por un momento de su ideología sociopata y darle una alegría absurda y momentánea a la mujer que, sin pedírselo, lo trajo a este mundo; sin embargo, son las 3 de la tarde de un día de trabajo y como esta ciudad y sus habitantes solo están diseñados para trabajar, se le ocurre lo de siempre (“ocurre” es solo un eufemismo), y va lo clásico: un arreglo de flores, así que decide pasar a una florería, y al llegar a ella y al ver quien la atendía, se le olvida completamente la verdadera razón de por que estaba ahí… la mujer detrás del mostrador lo dejó estupefacto: sus enormes ojos cafés, su cabellera de vivo tornasol, su tez blanca perfecta y aquella característica mirada que las personas portan como cicatriz cuando la tristeza ha consumido y manipulado parte de su tiempo y sus pensamientos –mirada que él sabia distinguir bien-. Al desocuparse de la anterior cliente, ella lo miró y el sentía que se comían su interior, sin embargo, mostrando un manejo increíble de si mismo, él pidió un arreglo de flores, alegando que eran para su madre, ella sonrió: “El día de hoy… ¿Qué arreglo no lo es?”, él, mostrando toda la experiencia que le ha dejado estar frente a mujeres bonitas y con esa determinación de no dejar de intentar nada en la vida, logra conseguir su numero telefónico, logra con ella una cita, dos citas, tres, seis, doce… en ellas se da cuenta que la mirada triste se debe a un involuntario descubrimiento que causó desilusión, a un divorcio, a la pérdida de ese pequeño atisbo de luz en las lúgubres tinieblas de su vida, y a ese dolor característico en el animo de alguien exiliado… been there… cosa curiosa: él no había conocido a nadie mas interesante, mas hermosa y honesta; aprendió con los días que el aliento y olor femeninos son la cura a todas esas horas de sueño que había perdido... e irremediablemente se enamora de ella (o al menos eso pensó)…por lo que deciden vivir en conjunto. Con estos nuevos sentimientos y sensaciones se vio autónomo, potente, y siendo neófito en estos menesteres, creyó que eso era la felicidad.
Estuvieron varios días aislados, separados solo por el lapso de tiempo que implica ir a sus respectivos trabajos, y un día al llegar antes de lo usual, presenció algo que sintió peligroso e incorrecto. Aun y cuando el meteoro fugaz de la percepción no tardó en chocar, llenando y prendiendo los sonidos de alerta en lo profundo su ser, él lo ignoró, e inducido por su amada, se adentró en un mundo en el que con solo respirar las partículas expelidas por las montañas blancas, visualizó un enfoque semi-orgásmico de las cosas, cualidad inobjetable del trance que el esperaba y no quedó decepcionado.
Le gustó demasiado esa sensación, a toda hora y a cada momento le daban ganas de estar así, hasta que falló lo que el creía que tenía mas dominado de si mismo: su autocontrol. Se salió de la raya, se excedió y pagó el precio... Ahora, con dolores físicos que nunca pensó que existiesen, y con dolores en su mente que ya estaba familiarizado, terminó en el hospital con una cicatriz diminuta en forma de circulo en el pecho y como única compañía a un doctor que pretende amargarse y odiar al tipo de gente que el ahora pertenecía… En esos días nadie lo visitó… nadie… ni siquiera la persona que el tontamente había culpado por su desgracia.
Como dice la jerga popular que el tanto odia, regresó con la cola entre las patas, a su otrora hogar (que el nunca lo consideró así), sin nada mas que aguantar las monsergas doble-moralistas de sus padres. Al transcurso de los días, lo buscó la bella florista, queriendo regresar a su antigua relación, desgarrándose las vestiduras, rogando, hablando de falso amor y falsa remembranza, él, aun dolido por ello, se dio cuenta que amor no fue lo que sintió y, al ver las lagrimas de ella, sintió un arranque de ira, que murió al momento en que ella habló y se transformó en indiferencia...Subitos cambios de animo lo entristecieron, pero se mantuvo firme en una cosa: mandarla lejos, cortarla, to hell, como se diga… Fue despiadado y preciso, hablando menos de 2 minutos, ella lloró, lo maldijo, se fue, huyendo en dirección opuesta, dejando fantasmas revueltos entre la estela que dejó al pasar…
El arrepentimiento rodó en su cabeza, sus demonios internos antiguos y el nuevo que acababa de crear, le pedían incesantemente inhalar aquellas partículas, sentir la tibieza de ella entre sus piernas, fue algo que mujeres conocidas en el ínterin, fueron incapaces de hacer, fue incapaz de olvidarla. Fue a buscarla un par de días después a su florería, entre bizarros sucesos que el tomó después como una premonición de lo que iba a acontecer, pues para llegar a su tienda, se tiene que pasar por un calle que cruza y parte a la mitad un panteón… Esa fue una noche tenebrosa, de lluvia y de frío, de perros y gatos que lo seguían pacíficamente y de diafanas luminarias que se apagaban al momento en que cruzaba detrás de ellas. Dudó por un instante de sus capacidades mentales y su cordura, pero era mas su calentura y su antojo de drogadicto que cualquier miedo que se presentara: ni el mismo satán hubiera podido hacerlo cambiar de opinión a ese punto. Es fecha que no recuerda cuanto tiempo caminó, o si en realidad ya había estado ahí todo el tiempo, puesto que en ese instante dudaba incluso la percepción misma que le enviaba su hemisferio izquierdo del cerebro. Después del camino antes mencionado, en la entrada de la puerta del negocio cerrado, los perros y gatos se dispersaron, casi en un tiempo; tocó la puerta cerrada, pero no consiguió que nadie le abriera, entonces gritó, gritó de una forma normal, pero no había respuesta, de pronto, con una angustia superlativa, vio la forma de entrar y vio luz saliendo en la ventanita que corresponde al baño de su piso, procedió a trepar entre las paredes como un ninja fracasado y estúpido, pero con la convicción de que no se perdonaría si no entraba, al lograr romper la cerradura y entrar, fue casi imposible cerrar la boca de la sorpresa y dejar de ver la visión que ahí encontró: la regadera corriendo, mojando el cuerpo desnudo de ella, su inconsciencia y en posición de decúbito ventralis, la masiva torrente de malva manaba de sus muñecas. Decir “petrificación” “paralizado de miedo” no cabria en esta situación, el no podía moverse, y viendo el cuerpo de ella, se sintió como cuando oyó la sinfonía 40 de mozart: se maravilló por la belleza del paisaje, su suicidio era una obra de arte, y hasta sintió algo de envidia… deseó tener una cámara a su alcance para inmortalizar esa escena, pero ella abrió los ojos, lo miró rapidamente, lloró y se desvaneció de nuevo…

El se sintió culpable de que ella hiciera lo que hizo, de haberse sentido maravillado y no asustado como la mayoría de la gente, mientras ella convalecía en el hospital con su nuevo amigo el doctor amargado, sin embargo, se creyó que era mejor persona por el hecho de estar a su lado en el hospital (aunque en realidad eso lo unico que hacia era mitigar la culpa), incluso ofreció pagar por la cirugía plástica y la corrección de tabique desviado que ella tenía, quien nunca quiso hablar con el del verdadero motivo de por que lo hizo, “todas las mujeres somos locas y suicidas alguna vez” se limitó a decir. El supo que estaba bluffeando. Unidos mas por la culpa y la mutua necesidad del sexo para mitigar la soledad, fue casi automatico que vivieran de nuevo juntos, pero el hizo cosas para que ella lo corriera, pero ella solo perdonaba y perdonaba, el se sentia frustrado, quería salir, sentirse libre en teoria, por que el sabe la libertad es un concepto subjetivo, nada en este mundo somos libres, incluso los pájaros están atados al cielo; pero era una necesidad volver a lo normal: regresar a la escuela y recuperar parte del semestre perdido, llegar temprano al trabajo, volver a una relación “normal”, y cada que pensaba eso, solo sentia que gota a gota la presa se iba llenando hasta el punto en que las tuercas no pudieron mas…

El volvió con su ex (con quien anduvo antes de con ella) y hasta cierto punto estaba temeroso de que ella lo viera en su nueva relación, no sabia como reaccionar, ni que decir, o si incluso era capaz de hacerse daño de nuevo. Pasaron los días y la normalidad que el requería (por mas tediosa que fuera) llegó para quedarse, y se olvidó de que aquella mujer suicida con quien estuvo en un lirico e imperenne amasiato fuera capaz de ser una amenaza. El, al estar despediendo a su novia de entonces afuera de su casa, se topó con la sombra de ella y sus enormes ojos cafes que resaltaban ardiendo de furia entre las penumbras, miedo fue lo que sintió antes de que ella pusiera enfrente de sus ojos un diminuto agujero por el cual toda su vida paso delante de el mismo en un instante, sus errores, sus aciertos, y no pudo pensar en la ironía en la que se adentraba en un segundo, no había juez mas implacable y que sus no se acataran a la ley, que aquel que tenia ese agujero, que era el punto de salida de una bala que de seguridad tenia su nombre… Vio los ojos cafes de ella, vio el agujero, y lo vio igual de diafano que las lamparas sobre las que cruzaba cuando iba hacia su tienda y que se apagaban al pasar por ahí, y desde entonces comprendió que desde ese día las lamparas le pronosticaron este momento: LA OSCURIDAD… de verdad deseo que terminara así, que su vida se extinguiera bajo la mano de alguien que lo queria… y…. cerró los ojos y dijo en voz alta: SOLO POR COMPRAR FLORES….

1 comentario:

SCZ dijo...

Si yo fuese totalmente sincera contigo, confesaría una atracción extraña a vivir algun momento fatalista a tu lado, entre lágrimas rosas, caricias, palabras y despedidas.

Un beso, simple envidia de tan bello relato.