11 de marzo de 2012

11 de Marzo - Ya es ganancia preguntar

Hay gente que se dedica a esas cosas, que va tras los números y categorizan records, estadísticas; estas personas suman, restan, hacen algoritmos, buscan patrones, proyectan y predicen que en 10 años seremos más los vivos caminando la tierra que todos los muertos de todos los conflictos y de todos los accidentes, que ahora descansan bajo ella...

La estética de esa idea es aterradora: que los huesos pulverizados de los finados sean sobrepasados por todos los vivos que hacemos de este planeta nuestro hogar y que como dice el cliché lo contaminamos, lo destruimos y lo sofocamos con la "razón instrumental" que explicaban Adorno y Horkheimer.  Es aterradora por que no te deja esperanza: si mueren menos de los que nacen y vivimos cada vez más años, ¿cómo hará el planeta para sostenernos a todos al mismo tiempo?

Lo que yo pregunto no es algo nuevo, no pretendo que sea algo nuevo y original mi planteamiento, solo quiero pensar en la angustia, en el terror de esa idea. Así es la filosofía. Quiero pensar que el fin de la humanidad no me tocará (y es altísimamente probablemente que así sea), que no será violento, ni mucho menos un cataclismo espeluznante, miles de explosiones nucleares o un virus zombie. No. El mundo no se acabará, pero somos tan arrogantes que decimos que el fin del ser humano será el final del planeta, cuando quizá sea su cura. El fin de "la civilización humana" (imperdonablemente con comillas) será un prolongado y agónico suspiro, el planeta sacudirá al hombre como si fuera una pelusa en la solapa, como soplandole a una pluma que está en la palma de la mano. Quieto, callado, sistemático e indetenido. Así será. Y que los vivos seamos mas que los muertos es una señal, una de tantas señales en este mundo plagado de lo simbólico.

Ahora bien, si los vivos seremos mas que los muertos, ¿dónde está la esperanza? ¿Qué hacer con ella? ¿Existirá aún? La esperanza no está basada en estirar a ver si el planeta aguanta, la esperanza quizá existió en tiempos anteriores. Pero ahora cumplimos las expectativas de esa esperanza. Sé que una vida humana es sagrada, pero si mueren muchisimo menos de los que nacen, la proyección no es muy positiva que digamos...

Ahora bien, relacionandolo, con esa creencia común que tiene mucha gente de que tuvo una vida anterior, esa "otra vida" donde fueron otra cosa diferente a la que son ahora (quizá por el aburrimiento de la vida que llevan hoy), este asunto de "los vivos más que los muertos" desecharía de plano esa creencia haciendo un simple análisis lógico-deductivo (las vidas anteriores deben ser un número mayor o igual a las vidas actuales), a menos que salgan con la jalada de que la vida es una sola y de ella se desprenden fragmentos que se depositan en cada uno del ser humano o que las vidas ya están asignadas y los seres humanos las recorremos con el tiempo y demás mamadas místicas que me dan asco. O algo peor: eso de las vidas anteriores muchas veces es dicho por personas que creen en el Cielo y el Infierno que las religiones judeocristianas endilgan y condenan, entonces, ¿cómo es que creen que tuvieron otra vida, pero creen que si mueren irán al cielo? ¿No se supone que deben tener otra vida mas adelante? ¿Cuál es el punto del cielo y el infierno si van a "revivir" en otra persona?

En fin, no tiene respuesta, nada lo tiene. Pero ya es ganancia preguntar.

5 de marzo de 2012

05 de Marzo.- La felicidad de un día por fin pude escribirla

Hace mucho que no besaba a nadie.

Hace mucho que no la besaba. Y lo hizo.

Pasó su respiración sobre mi aliento y la supernova no se hizo esperar: lo sentí en mi garganta, lo sentí en el centro, en la periferia y fue como si la cueva gélida y en desuso que es mi boca aún guardara los resquicios para volver a encender el fuego, que las cenizas menguadas del confiable horno de un antiguo herrero en mitad del invierno y con una guerra por delante, volvían a prender.

Pero parece que estoy escribiendo sobre cualquiera, pero no, hablo de mi último delirio, de la última vez que canté las recurrentes notas de la canción de los vencidos, melodía que no chotea ni desentona, hablo de ella. De la que me enamoré y que, por mas que me lo niego, aún sigo temblando de nervios al verla. El delirio constante.

Ella es impredecible, es tan impredecible que es su cotidianeidad: si no se desplaza en ondas, en vórtices y en montañas rusas, no es ella: me habló cuando estaba (como siempre) con la guardia baja (¿o será que siempre ella hace que se baje?) y que yo en mi estupor, falta de práctica e interés y aún así con esa clarividencia que la experiencia y el amor para con ella me dan, noté en su tono de voz que me quería ver, que me extrañaba y hasta, con cierto egocentrismo devenido a vanidad, que se estaba tocando mientras lo hacía.

Su piel olía a lo de siempre, a ese olor que hace caer en esa pelea constante de evitar mis erecciones, que persista la cordura, que ella no es comida y que sus ojos complementan con miradas que derriten la atmósfera...

Hablando de atmósfera, ese día hacía calor, ella tenía antojo, teníamos antojo de vernos... y de un starbucks que yo satisfize a pesar de mi odio a las opresoras empresas trasnacionales gringas promotoras non plus ultra del capitalismo. ¿Qué acaso eso no es amor? Sacrificar un poco, por un momento, la ideología en aras de darle el gusto a mi chica (que en ese momento y en esa tarde lo era). Si eso es, creo que he aprendido bastante de todo esto. Y lo se gracias a ella.