15 de febrero de 2012

¿Hablo de ti o de mi?

Es un día común. Llueve. Ves los utensilios que te permiten hacer tu trabajo diario (y que te sigues repitiendo día a día que amas), ves a la gente con la que chocas y que respiras el mismo aire, tus "colegas" que a veces insisten en que son tus amigos. Ves a la vida que te hace pensar que haces y porque sigues aquí. Y no te pones triste, pero piensas cómo llegaste hasta aquí y cuanto has sacrificado para ello (la visión que tenías de ti mismo a esta edad, las cosas que pudiste hacer con tu tiempo y demás clichés y parafernalia que se expresa con “etc”)

No dejas de pensar cómo es que naciste en el seno de una familia mexicana , bastante cuadrada de mente, con unos padres ineptos, de frustraciones incontrolables, que no supieron contener sus espasmos de la vida que quiere surgir y dio por resultado estar entre varios hermanos con los que creciste y con los cuales, por el solo hecho de haber salido de la misma vagina y haber vivido durante un lapso de tiempo en el mismo espacio, no tienes nada en común.

No dejas de pensar cómo ves en el árbol y en el agua, su composición y la lógica de su movimiento sin siquiera haber sido entrenado para ello, como ciertos animales no son para nuestro servicio, sino unos compañeros como cualquier otro. Observas como sus costumbres (que ellos llaman “tradiciones”) no son mas que protocolos dictados por la religiosidad rampante que chinga a este país y que solo sirven para llenar sus días y darles un propósito para evitar pensar en su inevitable muerte.

Creces un poco, te descubres desadaptado, te desadaptas, te sientes mierda, te hacen sentir mierda, te tiran mierda, todo lo fétido que ves en los comerciales, en la ciudad que huele a carne de cerdo (humana), es mierda; como hablan, su acento es una mierda y tu la ingieres todos los días hasta que en un descuido de esos que uno comete cuando va moldeando su personalidad, la terminas exudando, haciéndola propia, descubres que te sientes mierda y vuelves a empezar. Solo el grato y fiel cóctel de rock progresivo y jazz te sabe a algo. Algo que embriaga y que gusta. Algo que te enclaustra en un mundo especial. Laberintos de supervivencia. Enajenación mental que ayuda y que eleva el entendimiento.

Finalmente te vas, dejas el nido con hartazgo, piensas que tu mundo se abrirá en una especie de flor de loto que con su núcleo te cubrirá de luz. Entre el devenir cruento de Cronos, te das cuenta que eso es pura superchería e ingenuidad de tu parte. Aún eres ese ente que en su infancia se refugiaba en sus árboles, en su música y en sus pensamientos...

Sabes que no perteneces, caes en la realidad de que muchas cosas que la gente que tu llamas común no te identifican, que todos son unos idiotas; entre la vorágine de las existencias inauténticas - como diría Heidegger- y tu marasmo intelectual descubres tu plusvalía, tu valor íntrinseco alejado de la estupidez cotidiana. Ves que todos siguen patrones idiotas, establecidos por el mercado y por la  creencia a la "Virgencita"; mientras, tu respetas y sigues a Lavoisier, a Curie, a Quiroz Cuarón y a Hans Gross como unos genios en lo que haces, y te dan pautas para vivir, para desempeñarte como un miembro productivo en este Leviatán que consume todo a pasos agigantados

Cuando por fin dominas y esquivas los ataques del mundo exterior, te enamoras, y es ahí donde se chinga todo: sientes esa extrañeza, esa disasociación cotidiana, vulnerada esa coraza impenetrable que te ha mantenido a salvo de perder la cabeza en el país mas surrealista del mundo, pero ahora con la intención de poseer, de dejar estela, de combatir contra la tendencia de la vida que subyace en el centro del centro...
Y quieres que sea bajo tus términos y condiciones de uso, bajo tu premisa y entendimiento de superviviente. No sirve. No funciona. No así: sin llorar ni sacrificar nada. Fracasas, vuelves a empezar y empiezas el camino de vuelta, sacando tus huesos de un osario clandestino, en aras de la extrema apoteosis de ese canto que, desconociendo sus posibilidades, no será el último.

Y en esa síntesis, en ese teorema de las relaciones, te encuentras, y sin saber... ¿estoy hablando de ti o de mi?