17 de agosto de 2015

Un email que dice "Te odio"


Hace un año y cinco meses, la novia que tenía en esos tiempos y yo rompimos porque me fue infiel con quien en ese entonces era un amigo en común. Pasadas tres semanas de depresión, de llanto y de aislamiento voluntario; decidí realizar, simple y llanamente por venganza, una cruzada que poco a poco le afectaría en su vida. Algo pasivo y sin muchos esfuerzos, pero que con paciencia se lograría.

Decidí que una vez al día durante todos los días del resto de mi vida le enviaría un email con la frase "Te odio". Sin ofensas, sin aspavientos, sin palabras de más. Solo la frase "Te odio".

Pensé que, tarde o temprano, esto le afectaría, si de verdad fuera demasiado constante y jamás claudicara o me aburriera. Así que en ocasiones diferentes, envié la frase a diferentes horas del día, con diferentes tipos de fuente, de hipertextos y hasta con diferentes cuentas de correo, para que creyera que era de mi propia mano y no la obra de un programa.

La verdad no fue un inicio prometedor, mas bien patético. Me ignoró durante varios días, quizá una semana. Me los contestaba diciéndome que era inmaduro, infantil, que lo superara, que así-es-la-vida, etcétera. Después pasó a ignorarme.

Pasaron dos meses desde su respuesta, pensé que no recibía mis emails o que tenía configurada la cuenta para que llegaran directo al correo no deseado, incluso cuando creé seis cuentas de correo diferentes para enviarle con cada una de ellas al menos un correo que dijera "Te odio"; pero al día siguiente me envió una respuesta de 25 párrafos tratando, pobremente, de justificarse, y mayormente echándome la culpa por haberla "orillado" a que me fuera infiel, alegando la "frágil" (exigua mas bien) condición femenina, de como el hombre tiene que atender cada capricho por mas estúpido que sea y demás clichés que no sirven para justificar una infidelidad. Yo simplemente contesté "Te odio".

Después de esto la dinámica cambió, ella empezó a mandarme emails "Te odio" y yo se los contestaba de la misma forma. Fueron diez días así; pero ella, incapaz de ser constante en una relación, mucho menos lo sería para dedicarse de lleno a la demandante empresa de escribir un email que dijera "Te odio" diariamente, se rindió.

La situación escaló, amigos de ella empezaron a agredirme, unos por mail, otros llamaron al celular, los más ofensivos me troleaban en Twitter o Facebook, hubo uno que incluso se presentó en persona a pedirme que la dejara en paz, que cuál era mi problema. Yo respondí a todos que qué les importaba.

Pasados los tres meses amenazó con llamar a la policía. Ni me inmuté. Amenazar a alguien con la policía mexicana es como amenazar a un niño con un algodón de azúcar. Así que continué. Nada pasó.

Seis meses después, la tipa hizo lo que debió haber hecho desde el principio: cambiar de mail.

Salí con una amiga de ella, me la ligué y me soltó su nuevo email. Así, con solo una semana de descanso, los emails "Te odio" pudieron seguir siendo enviados de manera diaria. Lo cambió de nuevo y obtuvo el mismo resultado. No hay amistad entre mujeres.

Un mes más tarde me contactó, incluso iba a la casa y se presentaba en mi trabajo, con la intención de hablar, de "reconciliar", me pidió disculpas, me lloró y me dijo que "entendía el daño que me causó". Yo contesté, en su cara, como robot: "Te odio".

Siguió ignorándome, cada cambio de email suyo, me era comunicado inmediatamente y los emails "Te odio" jamás dejaron de llegar.

Hasta que pasaron cuatro meses sin saber nada de ella. Al investigar supe por antiguos amigos que estaba rara, que se aislaba, que era incapaz de salir con otras personas a pesar de ser guapa y que le presentaban nuevos hombres a cada rato. Finalmente, supe que mis emails la hacían llorar a diario.

Yo seguí en lo mío. "Te odio". Día. Tras. Día.

Anoche supe que intentó suicidarse tomándose unas pastillas que consiguió de tanto ir al psiquiatra.

Hoy ella está en el hospital, amarrada a la cama en vigilancia suicida. Es el primer día que no le mando un email que dice "Te odio".

En lugar de eso le enviaré un ramo de rosas rojas, las más grandes, sanas y hermosas.


Con una tarjeta que diga "Te odio".