6 de diciembre de 2011

A ella...

“Verá usted, Doctor: yo la amaba, con perversidad y bonanza, como aman los hermafroditas”… así empieza una rola de un camarada de andanzas por estos lados que se llama Víctor Valdivia Esparandrapo, y bien pueden ser palabras dichas por mi en el diván de una hipotética consulta a un psiquiatra…

Por que yo si la amo con esos adjetivos tan fuertes, la amé hasta que me asusté, y fue demasiado tarde, no pude enmendar mis errores, no tuve la humildad suficiente para redimirme, para saber que el rumbo que estaba tomando era el incorrecto. Ahora van mas de tres meses de eso y sigo con una esperanza estúpida de verla, de contactarla, de redimirme, cuando se que quizá ya no la veré más, no la abrazaré más, y ni siquiera vea ganas de que ella lo haga.

A todos los eventos culturales a los que voy me gustaría que estuviera ahí, riéndose y siendo lo sensible que era: mi compañera de estética y cambios, de pisadas en la acera del Barrio Antiguo, espectadora respetuosa en obras de teatro, impulsiva niña inquieta que me besaba (y otras cosas más) de manera furtiva, casi sin respeto, con sorpresa y desenfado, de sonrisas que palidecían a la luz y que se apenaba de vez en cuando.
Esos recuerdos: aquel cuerpo, esta pesadez, tozudez (terquedad), imbecilidad multiplicada, moralidad apagada y autoestima desmembrada por los vericuetos espectrales, contingencias ambientales en esta ciudad tan perra: elementos que me joden, que se apoyan en mi cual colmillos impasibles de tiburón ausente, pero no me dejan morir, no me dejo morir. Esos recuerdos que son mas fuertes que todo: esa única y definitiva vez que usó medias de encaje. Sentencia condenatoria de mi autocontrol. Las noches y madrugadas donde hacía gala primero: de mis dotes de ninja, después de amante y volver a empezar hasta la indeseable pero necesaria despedida. La chusca caída resultado del quiebre de una silla en una casa de la calle Aldama, las Alitas en su cumpleaños… El viaje a un municipio del sur de este Estado, donde la alquimia de sus piernas desnudas convirtió mi sudor en oro, en algo mas pesado que el agua: la esperanza, el crecimiento y la aceptación de esto que siento por ella se magnificó ese instante, ese día hasta llegar a hoy…

Me hace falta, no lo niego, pero cuando veo que en sus ojos no hay la misma confianza; esos ojos, cardumen de sentimientos incomparables que causan ebullición y enternecimiento a la pobre, débil atmosfera que tiene la desdicha de cruzar de cohabitar su presencia. Esos ojos que me inspiran a escribir tan desaforadamente… cuando veo en ellos la disminución del estado de cosas, (para establecerlo en conceptos jurídicos), pues prefiero alejarme. Prefiero alejarme hasta que todo vuelva a la normalidad o todo termine por morirse… me siento como la rola “Atroz” de la Barranca, que expresa esa angustia ante la mecha que está por apagarse, que curiosamente, es la vida que se va, por que las rolas de La Barranca son filosóficas, pero eso es tema para otro día…

Sus ojos me recuerdan a esta rola de Filio… porque juran que todo ha terminado…




Letra:

Juré sentirme un día enamorado
Y desperté después solo y vacío
Buscando tu mirada en el espacio
Buscando lo que fue, lo que había sido


Y luego me abracé para olvidarte
Y en ese abrazo di por fin conmigo
No tengo nada más para contarte
No encuentro ni el regreso, ni el camino


Pensé que solo estaba desangrado
Y que tu corazón no estaba herido
Pero no echó a volar más el encanto
Y me quedé en el borde del olvido


Deja que todo sea como esta escrito
No alteres ni una letra en este libro
Rescata de esta historia sólo lo bueno
Lo que tus ojos juran que se ha perdido


Para volver atrás no encuentro el sueño
Para seguir me pierde un laberinto
En tu pequeña mano cabe el tiempo
El mismo que rompió mi desatino


Y si después de todo encuentras algo
Amárralo a la luz de esta ventana
Por donde llego cada día a tu cuarto
Anunciándote un rayo de esperanza


Pero no todo puede haber terminado. Ella tiene una relación ahora, sí, con un tipo con menos carisma que yo, menos culto, menos intenso y hasta he de apostar que peor amante; que se toma fotos tontas en Feisbuc, de disfraces, haciendo caras y divirtiéndose como niños y le escribe todo el puto día que la ama…
Esa relación quizá es la que quería conmigo, pero que no puedo darle. ¿Porqué no? Porque yo puedo darle una mejor. Una digna de “La Rosa”, digno de José Alfredo, digna de decir que no puede vivir mas. Una relación seria en todos los sentidos, lejos de mediocridades y aforismos ininteligentes, de protocolos arcaicos y obsoletos, de figuras muertas…

Se que cuando eso acabe, porque así será, se que me buscará y hasta quiero que lo haga… pero ahora no se que hacer, quiero alejarme, quiero irme, pero también quiero verla… no se que hacer… creo que si me enamoré…

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