No queda nada de mi anterior
vida, en el lapso de un año y medio – quizá más – mi mente ha respondido de
forma hostil a lo que han querido meterme en esta ciudad del letargo, donde la
izquierda es inexistente, donde te quieren convertir en un bulto que trabaja,
en una esponja que repite lo que dice Don Rober mientras grita gol en el
estadio hecho en la tumba de un bosque.
Y Yo quise eso. No lo quiero más.
Poco a poco veo como era yo
antes: un ente totalmente desconocido ahora que lo recuerdo: un cegado, alguien
que veía con recelo a los pobres y a los que protestaban, alguien inteligente
que tenía mucho “éxito” con las mujeres:
sexo y ligues casi diario, aunque ya a la distancia, estoy casi seguro que era
por la configuración de una ciudad que hace atractivo a un joven soltero
despilfarrador de menos de 30 con un trabajo tomando decisiones en el Gobierno
y que ganaba 25 mil al mes. Eso da seguridad a la mujer regia tan interesada en
lo material.
Tenía un fuerte sentido del
repudio a la corrupción, me indignaba mucho cuando pasaba una injusticia aún
dentro de mi casa, traumas de la infancia hubo varios, pero más en la
adolescencia, sea lo que sea, aún no se cómo explicar el hecho de haberme
metido a estudiar Derecho, el ser abogado. No tiene explicación, pero sin
embargo, es fecha que aún me gusta y lo quiero ejercer aunque me cague de
miedo.
Había conocido a Pedro, a Liz,
Dan y toda esa gente, pero mantenía mi distancia, me decía que yo estaba bien
sólo cotorreando con ellos, me decía que yo era feliz, que iba a tener toda la
materialidad que quisiera. Pero me fui comprometiendo con ellos, mas con Pedro
por estar en la misma ciudad; conocí a gente gracias a el: a Kevin, a Zindu, al
Hueso, a David, personas hermosas que cambiaron mi vida. De David conocí a
Franco, a Zaría y a Sol. Gente talentosa y gente loca. Gente que me despertaron
esto que yo tenía dentro. Personas que me hicieron leer y que me hicieron sentir
que Monterrey es una falsedad: un oasis con pequeña belleza pero igual que un
espejismo de falso.
Y ante esa falsedad, con un grado
exagerado de grandilocuencia y un exacerbado sentido del drama me decidí hacer
lo que dijo alguna vez Malcom Lowry (mi escritor favorito): “Algún día
encontraré una tierra corrompida hasta la ignominia donde los niños
desfallezcan por falta de leche, una tierra desdichada e inocente y gritare:
‘haré de este un buen lugar por obra mía’”. Y lo he hecho y seguiré haciendo:
he organizado cuatro conciertos incluso saliendo perdiendo, de mis amigos, para
traer algo más de alegría, de cultura, de visión a esta ciudad agonizante.
Y funcionó: el día del primer
concierto no cabía ni un alma: ese día sentí que algo dentro de mí moría y otra
cosa surgía, que se desataron una serie de eventos que aún no se han detenido…
Le doy muchas vueltas a las
cosas, todas las versiones encuentran sitio en mi mesa, los algoritmos se
superponen pero coinciden en mi cabeza en que a veces me siento muy viejo para
este despertar: muy joven para huir, muy viejo para soñar, que perdí tiempo y
que el castigo por ello es la no realización de mis sueños y/o proyectos que
tengo por ahora. Lucho contra mi cerebro todos los días, lucho contra todas las
variantes que se aglutinan en mi cabeza y que minan mi confianza, pero es parte
del proceso, supongo.
Parte de esos eventos y de estar
conociendo mas gente a mi vida trajo la cereza del pastel, la chispa que encendió
en el cigarro. Una chica de 21 años que me sorprendió con la forma de ver la
vida: estuvo a punto de decirme que no iba a verme, le hice reacomodar sus
defensa con lo primero que le dije, platicamos horas, después estuve tentado a
besarla y sigue sosteniendo que escanee con mi mirada lasciva todo su cuerpo el
primer día que la vi. Llegó para quedarse: su entrada en mí fue avasalladora,
intoxicante, llena de ideas nuevas y sorpresivas para mí: le aprendí más de lo
que he aprendido a mujeres que incluso le doblaban la edad.
Machismo, libertad,
desprendimiento, sexo, amor. Ella fue el revulsivo que necesitaba en este
marasmo entre el nacimiento y la eliminación de mi yo anterior.
Poco a poco fui despidiéndome de hábitos
al dejarla entrar en mi vida. Fui dejando ir a gente, de una en una, personas
que me recordaban a mi anterior yo se
fueron alejando, fueron quedándose en el olvido. Me gané mucho odio. Reflexioné
y me di cuenta de que yo he sido causante de mucho daño, he utilizado a las
personas para mis fines que generalmente eran vacíos, banales.
También he ayudado a muchas
personas, pero siento que a veces lo hacía por mi ego, por sentir que no me
controlaran, por probar que podía salirme con la mía, por escupirle al sistema,
etcétera. ¿Será que me quito méritos? Mejor dejo esa pregunta porque eso sería
motivo de un libro incluso.
Me paro a ver que es lo que
escribí y no le encuentro forma pero no me importa porque me está sirviendo
para explayarme y sacar todo, nada pasa filtrado ni revisado.
Dejé mi trabajo, por fin, no
estar supeditado a un horario, a un jefe, a protocolos de burocracia encasillada
en el desperdicio de energía y decidí a lanzarme por mi cuenta en este mundo de
la abogacía que no se porque tanto me gusta. Ya en esta etapa de mi vida no sé
mucho de la práctica por fuera de los juzgados, solo de la interior y me da un buen
de miedo ser responsable de los problemas de la demás gente, ayudarlos a
resolverlos, pero yo se que con experiencia y cursos lo lograré. Es uno de los
eventos mas significativos de mi vida. Mayo de 2013 y con el todo lo que esto
conlleva y creo que si no pasa como sucedió, al menos yo seguiría ahí ahora.
Pero hubiera renunciado nada mas empezando Enero. Era inevitable y parte es
culpa de ella por que me sentí que el momento de buscar esto es ahora y no
estarme lamentando por no hacerlo. Mi mente debe ser libre, siendo objetivos si
no tan libre, lo menos manipulable posible por lo menos.
Seguí desprendiéndome de gente en
cantidades aceleradas, a ser mas crítico, ser ese ser insoportable que hace
preguntas incisivas, “¿Cómo has cambiado?” siguen diciéndome de manera a veces
lamentada, a veces contenta, a veces agresiva… La prueba de oro para este nuevo
paradigma en mi vida fue que corté todo lazo con Lorraine, la canadiense, la
mujer con la que viví por un lapso de tiempo y que fui feliz: vive en Buenos
Aires y todos los días dice que me extraña y que ningún argentino es como yo a
pesar de que veo por Feisbuc que se la pasa de “diez puntos” (sus palabras)
siempre; yo lo seguía el juego y siempre nos mandábamos fotos. Ya no más. Le
dije por lo que estaba pasando y lloró, se enojó, pero no importa, lo
entenderá. Uno tiene que continuar con esto. Así que dije adiós. Ese día supe
que me había enamorado de Mariana.
Días después pasó en la vida de
ella la mayor tragedia que alguien puede tener, algo que le derrumbó todo pilar
de un desarrollo mas o menos normal. La mayor inspiración para ser como ella
es. Su ejemplo se derrumbó y cayó en las manos de la muerte.
Ese evento la colisionó y me
llenó de impotencia el no poder estar con ella de la forma que yo siempre
quise. Ella es de las personas mas importantes de mi vida, la que creo que no
dejaré ir a menos que ella quiera y no estuve ahí, la distancia me mata, es una
distancia que trato de matar con los días y que el año que entra la derrumbaré
aunque me cueste.
Ahora está enfocando sus baterías
en ser ella, en redescubrirse, y yo lo entiendo. La historia entre nosotros no
quiero que termine y de mi no depende. Yo estoy para apoyar y necesito estar bien
para que ella no se preocupe por mi.
López Obrador habla del “basurero
de la historia”, concepto comunista equivalente a “La Chingada”: ese lugar intangible
y muy lejano al que iban a parar todos los proyectos desechados y personas
apestadas.
Yo hablo del “basurero de su
memoria”, no quiero que ella me envíe a él.
He escuchado y leído como se
expresa de sus exes y no me gustaría que hiciera lo mismo conmigo. No si sea
ego, quizá lo es, pero no quiero que pase eso cuando yo me siento mejor que
todos ellos, estoy plenamente convencido de ello.
Así que a ser yo y terminar de
juntar todos mis pedazos hasta hacer el hombre que siento que estoy destinado a
hacer. Quiero estar bien, saber cosas. La felicidad está en saber y a la vez
no. La felicidad son momentos que tengo planeado hacer con ella…
No hay comentarios:
Publicar un comentario