27 de diciembre de 2013

4. "Cantos Para Una Diáspora" de Dora Juárez Kiczkovsky


Una diáspora es definida como la dispersión por el mundo de un pueblo que ha tenido que abandonar su lugar de procedencia originaria, que ya sea por exilio, guerras o hambre; la RAE incluso define que el término es usado especialmente para definir al pueblo judío, que siempre es pintado como el náufrago por excelencia en la historia. Esta diáspora se extendió por todo el orbe, creándose vertientes socio-culturales como los yiddish en Alemania, los sefardí en España y los ladinos en Latinoamérica; cada uno con sus propios ritos, que derivaron por ende en la creación de música para expresarse.

Por más que la ubicación geográfica y las denominaciones de los diferentes pueblos judíos eran distintos, todos coincidieron en que fueron yéndose de su tierra, y por ende, la música hecha por todas las diásporas cantan sobre la añoranza de su lugar de origen y su dolor por no volver,  siendo confundida la mayoría de ellas como canciones de amor para quienes no podemos entender dicha cultura.

La primera vez que vi a Dora cantar fue en un video de Youtube con el trío Muna Zul, quienes me maravillaron con su armonía vocal, su experimentación, su libre albedrío y por la capacidad de hacer hermosos los momentos. A mediados de este año supe que la guapa Dora sacó un disco en la compañía Tzadik Records, casa del mismísimo John Zorn, por lo que me puse a investigar sobre ella: nació en Israel, hija de padres argentinos, de descendencia polaca por parte de sus abuelos, está viviendo en la Ciudad de México, especializada en canto en la Escuela Superior de Música y en el Centro de Capacitación Cinematográfica, además de cantante, es realizadora de cortometrajes y largometrajes que se han presentado en diferentes festivales internacionales.

El disco contiene once temas con sobredosis de melancolía, revisadas para estos tiempos turbulentos (“contemporáneos” dice el eufemismo); y es difícil de explicarlo en palabras, pero se ve que la pasión que Dora  le imprime en estos menesteres que involucran a sus antepasados.

Entre las canciones que más me gustaron, fue desde la inicial “A La Una Yo Nací”, el clásico tema ladino, que desde sus primeros momentos escuchamos el lamento de la voz de Dora y podemos sentir la tierra del desierto en nuestras mejillas, la guitarra perfecta y la percusión en sintonía. Emocionante y nostálgica. “Una tarde de verano” empieza con un loop vocal, bellísimamente construido, que logra una exquisita base vocal en el viejo pero hermoso poema sefardí, que relata la historia de una joven que se veía mora, pero de España nacida. El timbre y el rango vocal de Dora en “Porqué Yorash” es impresionante.

La pieza “Tres morillas” es una hermosura: canta la historia de Axa, Fátima y Marién. Misteriosa, cantada casi en las penumbras: refleja ese temor que se le tenía (¿tiene?) a la belleza lozana de las moras en la ciudad de Jaén.

El verdadero punto álgido del disco viene con el último par de canciones, primero con “Morenica”, cantada magistralmente, uno siente que se no siente la piel de tanto que se enchina, y mas cuando te dice estos versos: “Morenica a mi me llaman / Yo blanca nací / De pasear galana / Mi color yo perdí”, que en mi mente quise imaginar las andanzas de Dora en una país como éste mi México. Finaliza con “Durme”, una dulce canción de cuna para las niñas, que poco a poco plantea el futuro de fantasía para ellas y terminar diciendo la sensata advertencia: “lo que hicites con tu padre y con tu madre a ti te lo facerán”. Mi amiga y mi hermana están por tener bebés, si salen niñas ambas, trataré de cantarles esto a manera de mi amor por ellas.


El disco se llevó algo de la vida de Dora, se ve que ella tenía que dejar algo para sus antepasados, tenía que homenejarlos y venerarlos. Lo logró. Cuando se deja el alma en trabajos como éste, siempre se tendrá el reconocimiento. 

No hay comentarios: